Hace treinta años, la banda estadounidense de hard rock Guns N’ Roses tocó en el Nemesio Camacho El Campín, de Bogotá. Venía de presentarse en la ciudad de Caracas, donde hizo una presentación en mítico El Poliedro, justamente cuando en esos años junto a Metallica eran consideradas las mejores bandas del momento y las que mayor cantidad de seguidores en el mundo tenían.
Su equipo e instrumentos quedaron atrapados en el aeropuerto de Maiquetía, tras el segundo intento de golpe de Estado al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, quien nueve meses antes había recibido una primera intentona por parte de Hugo Chávez. Sin embargo, el concierto, a pesar de las dificultades de logística y escenario, se llevó a cabo en la ciudad bogotana aquel 29 de noviembre. Una fuerte lluvia acompañaba la jornada y luego de interpretar November Rain, Guns N’ Rose se ausentó del escenario para no volver, hecho que generó fuertes disturbios y una gran decepción en la fanaticada neogranadina que llevaba años esperando por ellos.
El pasado martes 11 y miércoles 12 se saldó aquel mal recuerdo con los fans; parte de la banda original: el vocalista Axl Rose, el guitarrista Saul Hudson «Slash» y el bajista Duff Mckagan, junto a Dizzy Reed en el piano, Fran Ferrer en la batería, Melissa Reese en el sintetizador y Richard Fortus en la segunda guitarra, regresaron con dos fechas al mismo estadio de fútbol, como parte de su gira suramericana que se inició el 1° de septiembre en Brasil, pasando por Argentina, Uruguay, Chile y Perú y que finalizará los próximos días en México y retomar por otras naciones de diferentes continentes.
La agrupación logró congregar a casi ochenta mil personas en sus dos fechas, un público conformado por aquellos adolescentes, hoy adultos entre los cuarenta y cincuenta años, que habían asistido al concierto fallido en 1992, para algunos su primer concierto de rock, y las nuevas generaciones que crecieron con su música gracias a sus padres, hermanos o amigos, música que se mantiene vigente gracias a la presencia de bandas que tienen más de tres décadas de accionar.
Sin embargo, la nostalgia, y los recuerdos para algunos, le jugaron una mala pasada: el Axl Rose del escenario no era el chico apuesto, de larga melena rubia, rebelde, con bailes insinuantes; aquel que se lanzaban al público y que usaba pantalones a la cadera o shorts cortos ceñidos que marcaban su parte viril…Su condición vocal tampoco es la misma, aunque sigue mostrando un buen performance de la mano de la buena interpretación instrumental de la legendaria banda
Con información de El Universal