Este viernes 21 de noviembre, el mundo del arte se viste de luto tras el fallecimiento del destacado artista plástico larense Esteban Castillo, quien deja una huella imborrable en las artes plásticas y un legado que perdurará en el tiempo. Es un referente de la creatividad y la innovación, llevando su obra a diversas latitudes, incluyendo países como Francia, Inglaterra, Japón y Estados Unidos.

Nació el 26 de diciembre de 1941 en Barquisimeto, fue hijo de artesanos, lo que sembró en él la sensibilidad por el «hacer» con las manos desde muy temprano. Mostró desde muy joven una profunda pasión por la pintura. Su formación formal comenzó en 1955 en la emblemática Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar, un semillero de talentos donde coincidió con una generación dorada de artistas.

Desde el inicio de su carrera, comprendió la importancia de la creatividad, la investigación y el estudio, factores que lo llevaron a destacar en varios salones de arte, donde cosechó reconocimientos y premios.

Aunque sus inicios fueron figurativos (bodegones y paisajes de la Lara de ayer), su inquietud intelectual lo llevó a buscar nuevos horizontes. Un breve viaje a los Estados Unidos marcó un cambio en su perspectiva artística, impulsándolo a crear la serie «Las máquinas».

En 1967, impulsado por una beca y su deseo de vanguardia, Castillo viajó a Europa, este periplo fue definitivo para su transformación artística. Hizo de  Paris su casa durante casi dos décadas y  temporadas en Londres, nutriéndose del auge del arte óptico y cinético. Allí, se alejó de la representación tradicional para abrazar la abstracción geométrica, el constructivismo y el estudio puro del color y la forma.

«Yo no pinto objetos, pinto la esencia matemática de la realidad traducida en color.» Una filosofía que definió su carrera.

Con una carrera en pleno auge, con invitaciones a numerosas exposiciones internacionales en 1987, el pintor decide regresar a Venezuela, donde continuó compartiendo su arte con una misión clara: democratizar el arte. Su amor por Barquisimeto se tradujo en intervenciones urbanas que hoy son patrimonio visual de la ciudad. En 2010 la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado.

Su trayectoria culminó con la creación del mural más grande de Latinoamérica, con más de 2600 metros cuadrados,  en el sector El Garabatal, en el oeste de Barquisimeto. El proyecto fue encargado por la Alcaldía de Iribarren en honor a la visita 152 de la Divina Pastora. consolidando aún más su nombre en la historia del arte venezolano.

A lo largo de su carrera, Esteban Castillo dejó claro que el esfuerzo constante y la dedicación son fundamentales para construir una obra significativa. Su legado perdura a través de las numerosas creaciones que embellecen tanto espacios públicos como privados en su país. Aunque su partida deja un vacío en el ámbito artístico, su impacto continuará inspirando a las futuras generaciones de artistas.

El Informador Venezuela expresa sus más sentidas condolencias a sus familiares y amigos.  AC

 

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