En plena cuenta regresiva para Halloween, el Ayuntamiento de Terrassa, en Cataluña, ha tomado una decisión que ha despertado tanto aplausos como polémica: prohibir temporalmente la adopción de gatos negros desde el 6 de octubre hasta el 10 de noviembre. El objetivo, según las autoridades, es prevenir abusos o abandonos de animales utilizados como accesorios de la noche más oscura del año.
Según se informó, cada octubre ven un repunte de solicitudes de adopción de gatos negros y, curiosamente, un aumento de abandonos días después. La medida busca evitar que estos animales se conviertan en víctimas de supersticiones o de modas pasajeras ligadas al imaginario de brujas, pocimas y calabazas.
Y es que, durante siglos, el gato negro ha cargado con una fama tan injusta como persistente. En la Europa medieval, su asociación con la brujería los convirtió en símbolo de mal augurio. En muchas culturas occidentales, cruzarse con uno aún se considera una señal de mala suerte. Sin embargo, en otros lugares, el mismo felino representa todo lo contrario.
- En el Antiguo Egipto, eran criaturas sagradas y protectoras del hogar.
- En Japón, los gatos negros son amuletos de fortuna y prosperidad.
- En Inglaterra y Escocia, se les da la bienvenida como mensajeros de buena suerte.
Su mala reputación no tiene ninguna base biológica. Es puro folklore, ya que el color del pelaje sólo depende de la melanina, no del destino.
| Región | Creencia predominante | Simbolismo |
|---|---|---|
| Europa medieval | Maldición, brujería | Animal ligado al diablo |
| Japón | Fortuna y éxito | Maneki-neko, gato de la suerte |
| Egipto antiguo | Protección divina | Diosa Bastet |
| Reino Unido | Suerte en el amor | Regalo para recién casados |
El eco venezolano de una superstición europea
En Venezuela, el mito también sobrevive. Basta recordar las frases de las abuelas: “Si un gato negro cruza tu camino, retrocede tres pasos”. No obstante, en muchas comunidades afrodescendientes y costeras, se les ve como guardianes espirituales que alejan el mal de ojo y las energías negativas.
En Caracas, la fundación Patitas Callejeras ha denunciado que cada Halloween aparecen animales abandonados, muchos de ellos teñidos o disfrazados. Algunos llegan asustados o con quemaduras. Son víctimas del capricho humano, afirman.
La frontera entre tradición y crueldad
Para las protectoras catalanas, la suspensión temporal no es una exageración, sino un acto de prudencia. Lo plantean como una pausa por su seguridad, afirmando que un gato negro no es un accesorio gótico, es un ser vivo.
La polémica, sin embargo, no se ha hecho esperar. Algunos vecinos consideran la medida excesiva, mientras otros celebran la decisión como un ejemplo de empatía institucional.
En definitiva, el caso de Terrassa no es solo una anécdota local. Es un recordatorio de cómo los mitos sobreviven en la era digital y de cómo el miedo puede, aún hoy, condicionar la compasión. Mientras tanto, los refugios piden paciencia y responsabilidad: adoptar un gato —negro, blanco o atigrado— no debe ser una decisión de temporada, sino de vida.
