En menos de 130 días, la alianza entre Donald Trump y Elon Musk, que prometía revolucionar la política estadounidense, se desmoronó en una ruptura pública marcada por desacuerdos fiscales y choques de egos. La salida abrupta de Musk de la Casa Blanca, tras criticar la «Ley Grande y Hermosa» de Trump, pone fin a un «bromance» que pasó de los insultos a la camaradería y, finalmente, a un divorcio político que sacude Washington.
Dos titanes, dos visiones
Donald Trump: El retorno del magnate populista
Donald Trump, en su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos (2025-), ha consolidado su imagen como un líder carismático y polarizante. Su estilo político, marcado por el proteccionismo económico y una retórica incendiaria, lo llevó a prometer una revolución fiscal y administrativa en 2024. Su proyecto estrella, la «Ley Grande y Hermosa», combina recortes fiscales para corporaciones y altos ingresos con un aumento del gasto en defensa y seguridad fronteriza. Sin embargo, esta legislación, aprobada por un estrecho margen en la Cámara de Representantes, ha sido criticada por analistas y senadores republicanos por su impacto en el déficit federal, proyectado en un aumento de 3,8 billones de dólares para 2034 según la Oficina Presupuestaria del Congreso.
Trump, conocido por su habilidad para forjar alianzas mediáticas, vio en Musk un socio ideal para proyectar una imagen de innovación y audacia. Sin embargo, su enfoque de gobernar, a menudo impulsado por lealtades personales más que por coherencia ideológica, chocó con las ambiciones de Musk.
Elon Musk: El visionario bajo presión
Elon Musk, el hombre más rico del mundo con una fortuna estimada en 319.000 millones de dólares en 2024, es un empresario que ha transformado industrias con Tesla, SpaceX y X Corp. Su incursión en la política estadounidense, marcada por una donación de 250 millones de dólares a la campaña de Trump, lo posicionó como una figura central en la administración republicana. Como líder del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), Musk prometió recortar 2 billones de dólares del presupuesto federal, eliminando programas redundantes y reduciendo la burocracia. Sin embargo, su estilo agresivo, que incluyó despidos masivos y recortes en servicios esenciales, generó controversias legales y una creciente oposición.
El impacto de su compromiso político también afectó sus empresas. Tesla, su buque insignia, reportó una caída del 71% en sus beneficios en el primer trimestre de 2025, atribuida en parte a la polarización de la marca por su cercanía con Trump. Incidentes de vandalismo contra concesionarios y críticas de grupos activistas reflejaron el costo de su aventura en Washington.
Una relación de altibajos
De enemigos a ser aliados
La relación entre Trump y Musk no siempre fue un «bromance». En 2016, Musk calificó a Trump de «no apto» para liderar EE. UU., criticando su postura sobre el cambio climático. Trump, por su parte, llegó a burlarse de Musk, llamándolo «el tipo de los cohetes» en tono despectivo. Sin embargo, en 2020, Trump cambió su discurso, elogiando a Musk como un «genio» comparable a Edison. Este acercamiento culminó en la campaña de 2024, cuando Musk se convirtió en un aliado clave, financiando eventos y apareciendo junto a Trump en mítines en estados clave como Pensilvania y Florida.
El apogeo en la Casa Blanca
Tras la victoria de Trump, Musk asumió un rol sin precedentes como «Empleado Especial del Gobierno» y líder del DOGE, con la misión de desmantelar la burocracia federal. Su influencia fue tal que se le veía como una figura casi presidencial, acompañando a Trump en eventos clave y siendo retratado en la portada de Time sentado en el Despacho Oval. Sin embargo, las tensiones emergieron rápidamente. Musk criticó los aranceles de Trump, abogando por el libre comercio, y se enfrentó públicamente a asesores como Peter Navarro, a quien llamó «imbécil» en X.
La ruptura: la «Ley Grande y Hermosa»
El punto de inflexión llegó con la «Ley Grande y Hermosa». Musk, comprometido con reducir el déficit, vio en esta legislación una traición a los principios de eficiencia que defendía. En una entrevista con CBS News, expresó su decepción: «Un proyecto de ley puede ser grande o puede ser hermoso, pero no sé si puede ser ambas cosas». La ley, que incrementaba el gasto en defensa mientras ofrecía exenciones fiscales multimillonarias, chocaba con los objetivos del DOGE y amenazaba con disparar el déficit. Esta discrepancia, sumada a la presión sobre Tesla y las críticas legales al DOGE, llevó a Musk a anunciar su salida de la Casa Blanca antes de cumplir los 130 días de su mandato como asesor.
Causas de la ruptura
La ruptura entre Trump y Musk se debe a una combinación de factores ideológicos, personales y económicos:
- Visiones opuestas sobre el gasto público: mientras Trump priorizaba recortes fiscales y aumentos en defensa para satisfacer a su base, Musk abogaba por una disciplina fiscal estricta, alineada con su visión empresarial.
- Costo reputacional para Musk: la caída de los beneficios de Tesla y las críticas públicas a su rol político erosionaron su imagen, forzándolo a replantear su estrategia.
- Resistencia a las reformas del DOGE: los recortes agresivos de Musk enfrentaron oposición legal y política, debilitando su posición en Washington.
- Choque de egos: ambos líderes, conocidos por su carisma y necesidad de control, encontraron difícil compartir el escenario político.
Implicaciones para el futuro
El «divorcio» entre Trump y Musk marca un punto de inflexión para la administración republicana. Sin Musk, Trump pierde un aliado mediático y financiero clave, mientras que Musk enfrenta el desafío de reconstruir la reputación de sus empresas en un contexto polarizado. Para Venezuela y América Latina, esta ruptura podría influir en la percepción de la estabilidad política en EE. UU., un factor clave en las relaciones comerciales y diplomáticas. Mientras tanto, el déficit proyectado de USD 3,8 billones plantea preguntas sobre el rumbo económico de la superpotencia.
