Durante años, el consultor de negocios venezolano Arnoldo Matheus ha defendido una idea que hoy cobra una relevancia particular en los mercados globales: las marcas que logran conectar autenticidad, calidad y propósito son las únicas capaces de sostener su crecimiento a largo plazo.
Su propuesta, conocida como Modelo Campo–Producto–Mercado (CPM), nació de la experiencia directa entre los cultivos del campo venezolano y los viñedos europeos, y se ha convertido en una herramienta de estrategia y posicionamiento internacional. Hoy, su aplicación encuentra un terreno fértil en la economía de los Estados Unidos, donde el consumo consciente y la búsqueda de productos con identidad están redefiniendo las reglas del juego.
“El mercado estadounidense está en un punto de inflexión”, explica Matheus. “Ya no busca solo productos, sino autenticidad en la calidad. El consumidor valora la intencionalidad detrás de lo que compra: de dónde viene, cómo se produce, quién está detrás. Esa es exactamente la esencia del modelo CPM.”
El nuevo consumidor y la economía del propósito
Estudios recientes de NielsenIQ y Deloitte confirman el cambio: más del 70% de los consumidores en Estados Unidos prefieren marcas con propósito claro y prácticas sostenibles verificables, y cerca del 60% está dispuesto a pagar más por productos que transmitan autenticidad y trazabilidad.
Para Matheus, esto representa una oportunidad histórica para las marcas de origen —vinos, licores, alimentos o productos naturales— que han sabido construir identidad desde la tierra.
“El mercado norteamericano se ha vuelto sofisticado, pero también emocional”, afirma. “Ya no basta con tener un producto bien hecho: hay que tener una historia que lo respalde, un propósito que conecte. El tercer componente del modelo —el mercado— no se trata solo de vender, sino de comunicar con sentido.”
El mercado como extensión del origen
El Modelo Campo–Producto–Mercado propone una mirada diferente: el mercado no es el destino final, sino la extensión narrativa del origen.
Según Matheus, las marcas exitosas son aquellas que logran alinear su identidad productiva con su estrategia comercial, manteniendo coherencia entre lo que hacen y lo que comunican.
Cuando esos elementos se alinean, la marca deja de competir por precio y pasa a competir por valor emocional y cultural.
“El público estadounidense es exigente, diverso y educado. Premia la honestidad y el propósito”, destaca Matheus. “Cuando una marca latinoamericana o europea logra expresar su verdad, el mercado la adopta con fuerza.”
Un mercado sofisticado, pero hambriento de verdad
Estados Unidos es el mayor mercado de consumo del mundo, pero también uno de los más competitivos y fragmentados. El auge de las marcas artesanales, el interés por la trazabilidad y el crecimiento del consumo premium sostenible han abierto oportunidades para proyectos que hace una década parecían marginales.
Matheus, desde su rol como asesor de empresas y productores, ha observado patrones claros: los consumidores responden con entusiasmo a productos con origen verificable, propósito social o ambiental, y experiencias de consumo auténticas.
“En Estados Unidos, la autenticidad se ha convertido en una categoría de lujo”, comenta. “Las marcas que la comunican con coherencia se diferencian automáticamente.”
Capitalizar la oportunidad
Como consultor de negocios, Matheus acompaña a marcas de América Latina y Europa a traducir su historia y propósito en estrategia comercial efectiva, ayudándolas a ingresar al mercado estadounidense con bases sólidas y una narrativa auténtica.
Su trabajo parte de una convicción: la sofisticación del consumidor no castiga el origen, sino que lo celebra.
“El futuro del mercado estadounidense pertenece a las marcas que sepan conectar verdad con deseo”, concluye. “No se trata solo de vender, sino de representar algo. Ese es el cierre natural del Modelo Campo–Producto–Mercado: transformar la autenticidad en crecimiento sostenible.”
