Mientras India se prepara para simulacros de apagones en todo el país hoy, motivados por las crecientes tensiones con Pakistán tras el ataque terrorista en Pahalgam del 22 de abril, resurge una historia extraordinaria de la guerra indo-pakistaní de 1971. Es un relato de ingenio y urgencia, en el que India buscó proteger uno de sus tesoros más icónicos, el Taj Mahal, de la amenaza de ataques aéreos paquistaníes. En un esfuerzo sin precedentes, el Servicio Arqueológico de India (ASI) orquestó una misión para hacer que el monumento prácticamente «desapareciera» de los cielos.

Una nación en alerta

La guerra de 1971, desatada por la Guerra de Liberación de Bangladés, fue testigo de intensos enfrentamientos militares entre India y Pakistán. Agra, hogar del Taj Mahal y una base aérea estratégica, era un objetivo potencial para las fuerzas aéreas paquistaníes. Ante la amenaza de ataques aéreos, las autoridades indias enfrentaron un desafío único: cómo proteger un mausoleo de mármol blanco resplandeciente que destacaba claramente en el paisaje, incluso bajo la cobertura de la noche.

La solución fue tan audaz como inusual. El ASI, encargado de preservar el patrimonio cultural de India, emprendió una operación de camuflaje para ocultar el Taj Mahal de la vista aérea. Los domos y minaretes del monumento fueron cubiertos con enormes sábanas y redes, adornadas con follaje y escombros para integrarse con el terreno circundante. El objetivo era alterar la silueta inconfundible del monumento, haciéndolo indistinguible desde el suelo para los pilotos enemigos.

Apagones y estrategias de guerra

Este esfuerzo de camuflaje fue parte de una estrategia de guerra más amplia que incluía estrictas medidas de apagones. Durante la guerra de 1971, ciudades de toda India, incluidas Agra, Delhi y regiones fronterizas como Punjab y Bengala Occidental, impusieron apagones totales para frustrar los ataques aéreos. Las luces de las calles se apagaron, los hogares quedaron sumidos en la oscuridad y se instruyó a los ciudadanos que evitaran usar cualquier fuente de luz, incluso de generadores. El camuflaje del Taj Mahal se complementó con estos apagones, asegurando que ningún reflejo de la luz lunar en su superficie de mármol pudiera delatar su ubicación.

Los apagones no eran algo nuevo para India. Durante la Segunda Guerra Mundial, tras los bombardeos japoneses en Dalhousie en 1942, Calcuta implementó apagones y pintó edificios clave de negro para evitar ser detectada. La guerra indo-pakistaní de 1965 también vio medidas similares en estados fronterizos y Delhi, impulsadas por intensos combates aéreos. En 1971, la inclusión del frente oriental amplió el alcance de estas precauciones, con Assam y Bengala Occidental uniéndose a las zonas de apagón.

La experiencia civil

Los apagones de 1971 dejaron una marca imborrable en los civiles. Las actividades sociales cesaron, el movimiento se restringió y el impacto psicológico fue profundo. El miedo a los ataques aéreos, junto con la ausencia de luz y comunicación, creó una atmósfera de incertidumbre y ansiedad.

La operación de camuflaje del Taj Mahal, aunque menos conocida, fue un testimonio del compromiso de India para proteger su patrimonio en medio de tal agitación. Aunque no hay registros definitivos que confirmen planes paquistaníes para atacar el monumento, las medidas preventivas del ASI reflejaron los altos riesgos de la época. La operación fue una mezcla de ingenio práctico y reverencia cultural, asegurando que un símbolo de la identidad india permaneciera intacto.

Relevancia en 2025

Los simulacros de hoy, programados en 244 distritos de defensa civil, recuerdan la preparación de guerra de 1971. Las sirenas de ataque aéreo, los protocolos de apagón y el entrenamiento de civiles buscan fortalecer la resiliencia en medio de las crecientes tensiones indo-pakistaníes. Delhi, en alerta máxima, ha intensificado el patrullaje y desplegado fuerzas paramilitares en sus fronteras con Haryana y Uttar Pradesh. El Ministerio del Interior ha enfatizado la importancia de contrarrestar la desinformación, con canales oficiales difundiendo actualizaciones críticas.

Sin embargo, la eficacia de los apagones en la guerra moderna es debatida. Tecnologías avanzadas como imágenes infrarrojas, drones y reconocimiento satelital han reducido el valor estratégico de las ciudades oscurecidas. Los críticos argumentan que los apagones sirven más como herramientas psicológicas, fomentando disciplina y calma entre los civiles. No obstante, los simulacros subrayan el compromiso de India con la preparación, al igual que los esfuerzos del ASI para proteger el Taj Mahal hace cinco décadas.

Un legado de resiliencia

El camuflaje del Taj Mahal en 1971 sigue siendo un capítulo sorprendente en la historia de guerra de India, combinando la preservación cultural con la innovación estratégica. Mientras India enfrenta desafíos contemporáneos, esta historia sirve como un recordatorio de hasta dónde llegará una nación para proteger su patrimonio y a su pueblo. En la sombra del ataque de Pahalgam, los simulacros del 7 de mayo de 2025 llevan adelante este legado de vigilancia.

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