Para el Movimiento DECODE el Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto es una atalaya ciudadana que nos permite observar la historia desde una perspectiva vivencial, conectada con el decurso de actividades cotidianas y vinculada con las posibilidades de futuro.
Protagonista importante de esta noble misión es la doctora Milagro Gómez de Blavia, a quien le rendimos homenaje junto a otras enaltecidas damas larenses que han hecho historia.
Hoy dedicamos nuestro espacio a la semblanza que hizo el periodista e intelectual Alfredo Álvarez sobre la trayectoria de esta altruista mujer.
Mi amiga eterna.
En realidad, confieso que no recuerdo exactamente cuando conocí a Milagros Gómez. Para mí recuento personal ha estado allí toda mi vida y sospecho – como un vehemente deseo- que lo seguirá estando por mucho más tiempo. Lúcida, inteligente, oportuna, reflexiva, curiosa, solidaria, y me siento obligado a inventar nuevos adjetivos para describir la trayectoria de quien es un referente nacional de la inequívoca condición de glocalidad. Me refiero a esos modos, inimitables, por cierto, que hacen posible que un Barquisimetano luzca los atributos de un ciudadano universal, sin necesidad de abandonar su tierra. Milagros es eso, y mucho más. Solo tiene que proponérselo y en un tris está demostrando, que es posible alcanzarlo sin mayor esfuerzo, y sin perder nuestros méritos y atributos regionales. Lo certifican sus 1.418 seguidores en Instagram y los 2.000 que se agrupan en su muro de Facebook.
Tengo atisbos lejanos y difusos sobre su singular reinado de la feria de Barquisimeto hace unas cuantas lunas por allá en 1967. Para mi tranquilidad, no mido la extensión de nuestra amistad por los años que han transcurrido desde nuestro primer encuentro, sino más bien por la cantidad y calidad de aventuras ciudadanas que hemos compartido. Me seduce, como a muchos, esa particular forma suya de asumir la amistad, como si se tratara un acto de fe compartida, algo que a su vez se vincula estrechamente con el propósito de servir. Y, sobre todo, servir a la ciudad y a su gente. Confieso que en esa primera ocasión – ese impreciso encuentro perdido en la memoria- nos cautivó su belleza, pero su talento nos abrió otras opciones más gratificantes: Hacer cosas útiles y trascendentes para no perecer en los insondables abismos de la insolidaridad.
No hay manera posible de evitar y eludir ese mágico circuito que emana de sus especiales llamados y de sus rituales convocatorias. Confieso, que imposible resistirse a un nuevo llamado de “La Gómez” como se acostumbra a nombrarla en la intimidad del compromiso y el calor de la amistad. Es una acción que se presume y se da por cierta, porque si lo dictan las circunstancias, y ciertamente así sucede. Al conocerse la convocatoria formal ante un nuevo episodio ciudadano, de súbito están presentes los animosos voluntarios de siempre y las nuevas conquistas que su llamado alcanza. El suyo es un hábito puntual, mucho mejor cultivado por ella; que se nos ofrece amplio y generoso al compartir por igual sus alegrías, sus triunfos, sus logros personales, que van desde sus afables hijos, hasta sus singulares nietos.
Y por supuesto, Pancho Blavia – su incondicional compañero- quien corre segurísimo en ese listado del obligante protocolo afectivo. Yo la advierto en cada ocasión que se me permite, toda vez que le reitero a la Gómez que lo heredado no se hurta, y lo suyo es por mucho, una certeza que se hermana con lo exitoso, lo loable, lo necesario y lo pertinente. Su descendencia, así lo confirma. Los suyos caminan con paso firme y decidido en los más diversos escenarios foráneos. Esos jóvenes son asertivos, talentosos, exitosos, un rasgo que por lo visto define a la estirpe de la cual ella luce como notable fundadora. Los Blavia Gómez y los que siguen la cadena sucesoria, dan para otra historia igual de fascinante.
EJEMPLO QUE CONVOCA
Con su convocante ejemplo, hemos crecido juntos e integrados en la visión de una ciudad que nos permita hacer posible esa ambición, que hace simbiosis con los méritos de la tradición que nos viste, con los recursos de la modernidad, la ciencia, la tecnología, mas el peso de lo cultural-local, como el más preciado acto humano. Una tarea nada sencilla, por cierto. Ella mira el futuro con una pasmosa facilidad y posee el don de contagiar un entusiasmo que salta presuroso en términos cuánticos.
Milagros nos dotó de un maravilloso Museo que nos hizo pensar en grande acerca de nuestra identidad como ciudad y como ese reservorio cultural que somos por nuestra historia, así como por nuestra condición de ciudad región. Con su auxilio miramos en grande la potencialidad de la cuadricula urbana heredada de España, desde las alturas del Centro Jacinto Lara, y posteriormente asumimos el reto ciudadano con el llamado constituyente, y a posteriori, con su elección como concejal al Cabildo de la Ciudad. La lista de aventuras ciudadanas que hemos compartido puede ser infinita, y no los fatigaré con su numeración, pero si les puedo asegurar que in pectore albergamos una buena cantidad de proyectos contagiados de una muy sana utopía posible. Con ella siempre habrá más, como bien ahora nos convoca la consolidación del Consejo Consultivo de la Ciudad, o como antes lo hizo desde la Fundación Espacios por la Vida.
TAMBIEN PERIODISTA
No satisfecha con su experticia como museólogo formado en Paris, abogado o gerente público, La Gómez se hizo periodista. Ella mutara siempre a la condición que las circunstancias demanden. A su lado hay tareas pendientes como proveer nuevamente a la ciudad de diarios, revistas, noticieros, medios de comunicación que hagan posible la construcción del espacio público donde el ciudadano respire con autonomía los aires de la libertad que nos confiere lo plural y lo diverso. Bibliotecas digitales, museos, sitios de intercambio de ideas, culto notable por nuestras más puras tradiciones y acceso directo a las ventajas de la ciencia, la tecnología, la IA y la capacidad creadora de la humanidad. En cada idea y en cada proyecto ella se presenta y asume como el más incondicional colaborador, pero su talento y calidad humana, la ubica en la vanguardia de su conducción.
Ese es su mayor mérito, la lucidez para convocar y actuar en consecuencia. Ella debe saberlo muy bien, pero yo por necio, lo repito para ustedes. Milagros es una seguidora natural de Epicuro y para los Epicúreos la amistad ocupa un lugar central en su vida, tanto como uno de los pilares fundamentales para alcanzar la felicidad y una vida plena. En algunos contextos, se referían a Epicuro como sóter («salvador»), y sus seguidores podían ser asociados con este término debido a su devoción a él como guía espiritual. Epicuro consideraba la amistad no solo como un medio, sino como un fin en sí misma, destacando su valor tanto práctico como altruista. Milagros no tan solo lo estima así, sino que lo demuestra en cada iniciativa que lleva a cabo. Pero como ella nunca se queda con una sola acción miro más adelante y tomó prestado de Platón nuevos elementos para enriquecer su hoja de ruta. Con Platón este concepto evoluciona y adquiere un sentido social y político. En República 496c 8 y en Ep. VII, 325d razona su retraimiento de la actividad política por la carencia total de amigos y camaradas seguros que le pudieran ayudar a renovar la ciudad-estado. El significado de la amistad y los amigos para Platón es, que, como un grupo reducido, pero sano, de hombres forman una comunidad espiritual y ética que puede ser capaz de renovar la sociedad enferma. En eso anda Milagros desde hace ya bastante.
Aristóteles, citado en su Ética Nicomáquea nos habla de tres clases de amistad: la primera basada en la utilidad, para obtener ventajas o beneficios; la segunda fundada en el placer, para conseguir cosas agradables, es decir, la obtención de algún placer, y la tercera apoyada en la virtud, para buscar el bien. Esta tercera clase es la verdadera amistad para Aristóteles -y para Milagros- la que busca el bien del amigo por él mismo. La amistad es el deseo del bien en otra persona por sí misma; nos atrae el bien que descubrimos en otro ser no como instrumento útil o como fuente de placer, sino por la persona misma. La amistad de este tipo no se puede encontrar en grupos de muchas personas, sino en un círculo reducido, pues es imposible ser amigo de muchos por la excelencia y por ellos mismos.
En nuestro acuerdo mutuo, “un contrato de adhesión afectivo”, contaminado de juridicidad inequívoca, quedó establecido que ese propósito era abiertamente compartido por las partes. Renovar la ciudad con los mejores elementos con los cuales nos dotó la modernidad, y así quedó sellado con la inextinguible cláusula, de que esa amistad sería eterna e imprescriptible. Con ella bien vale la pena hacerlo. La ciudad posee en la enérgica y decidida actitud de Milagros Gómez de Blavia, su mejor aliada, su más segura defensora, su hija más notable. Les confieso y les comparto mi incondicional afecto por esa amiga eterna, a quien todos los homenajes posibles, no podrán en justicia retribuir su entrega y amor por Barquisimeto. (JER)
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