La administración de Donald Trump autorizó el despliegue del Grupo de Ataque del portaviones USS Gerald R. Ford en la zona de responsabilidad del Comando Sur, una medida que representa un notable incremento en la presión militar ejercida por Estados Unidos sobre Venezuela, elevando significativamente las tensiones en la región del Caribe.
Este movimiento, anunciado por el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, se presenta como parte de una serie de operaciones justificadas por Washington bajo el argumento de combatir el narcotráfico. No obstante, el uso de una fuerza naval de tal envergadura, que incluye el portaviones más grande y potente del mundo, se percibe como desproporcionado frente a las amenazas que podrían representar pequeñas embarcaciones relacionadas con actividades ilícitas.
Algunos analistas sugieren que esta demostración de fuerza tiene un trasfondo estratégico más ambicioso: establecer las condiciones para una posible intervención directa en Venezuela con miras a fomentar un cambio político en el país.
En una publicación realizada en X, Parnell sostuvo que la presencia ampliada de fuerzas estadounidenses tiene como objetivo “desmantelar al narcotráfico y debilitar a las organizaciones transnacionales”. Sin embargo, especialistas en seguridad regional alertan que estas acciones han dado lugar a incursiones militares que infringen el derecho internacional y han generado preocupación en toda América Latina. AC