El Tribunal Supremo de Brasil ha dictado una sentencia histórica contra el expresidente Jair Bolsonaro, condenándolo a 27 años y tres meses de cárcel por los delitos de intento de golpe de Estado y otros cargos relacionados con la trama para perpetuarse en el poder. Esta decisión marca un precedente sin igual en la historia de la nación, ya que es la primera vez que un exjefe de Estado es condenado por este delito.
La resolución del panel, con un resultado de cuatro votos a favor y uno en contra, encontró a Bolsonaro culpable de organización criminal armada, tentativa de abolición violenta del Estado democrático de derecho, golpe de Estado, daño calificado por violencia y amenaza grave, y deterioro del patrimonio. El expresidente, que ya se encontraba bajo arresto domiciliario con una tobillera electrónica, se enfrentó a un juicio crucial que ha acaparado la atención mundial.
Junto a Bolsonaro, el Supremo también ha condenado a siete acusados adicionales, considerados parte del núcleo central de la conspiración. Entre ellos se encuentran figuras destacadas de su gobierno, como el exministro de Defensa, Paulo Sergio Nogueira, y el extitular de Justicia, Anderson Torres. La trama buscaba revertir los resultados de las elecciones presidenciales de 2022, en las que Luiz Inácio Lula da Silva salió victorioso.
Los jueces Alexandre de Moraes, Flávio Dino, Cármen Lúcia y Cristiano Zanin votaron a favor de la condena. De Moraes, relator del caso, enfatizó la gravedad de los hechos al manifestar que los actos golpistas del 8 de enero de 2023 no fueron «un domingo en el parque, ni una visita a Disney». El presidente del panel, Zanin, defendió que «las pruebas del caso permiten concluir que los imputados pretendieron quebrantar el Estado de derecho», citando la intención de incitar a las Fuerzas Armadas.
Con el veredicto de culpabilidad ya establecido, el tribunal entra ahora en la fase de sentencia, en la que se determinará la duración de las penas para cada uno de los condenados, considerando su grado de participación en los delitos. Esta condena sin precedentes se considera un hito en la defensa de la democracia brasileña y un mensaje contundente sobre la responsabilidad de los líderes políticos.
