La Santa Sede se prepara para uno de los eventos más trascendentales de la Iglesia Católica: el cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco, fallecido el 21 de abril de 2025 a los 88 años debido a complicaciones respiratorias y un accidente cardiovascular. Tras el solemne funeral del primer pontífice latinoamericano, celebrado el 26 de abril en la Plaza de San Pedro ante más de 400,000 fieles y líderes mundiales, los cardenales han fijado el 7 de mayo como la fecha de inicio del cónclave, que se llevará a cabo en la icónica Capilla Sixtina.
Un proceso milenario con normas modernas
El cónclave, cuyo nombre deriva del latín cum clave («bajo llave»), es un ritual que combina tradiciones de siglos con regulaciones contemporáneas. Regido por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis de Juan Pablo II (1996), con modificaciones de Benedicto XVI en 2007 y 2013, el proceso garantiza la elección secreta y consensuada del nuevo papa, quien será el 267º sucesor de San Pedro.
El cónclave comenzará el 7 de mayo, tras la conclusión de los Novendiales, nueve días de misas por el alma de Francisco que culminan el 4 de mayo. Según la normativa vaticana, el cónclave debe iniciarse entre 15 y 20 días después de la muerte del pontífice, lo que permitió a los cardenales optar por el 7 de mayo, un día después de la fecha más temprana posible, para dar tiempo a deliberaciones previas.
Un total de 135 cardenales menores de 80 años, procedentes de 71 países, son elegibles para votar, aunque al menos tres han confirmado su ausencia por motivos de salud: los cardenales Antonio Cañizares Llovera (España), John Njue (Kenia) y Vinko Puljic (Bosnia). Además, el cardenal italiano Angelo Becciu, condenado en 2023 por fraude, no participará tras controversias sobre su elegibilidad. Esto podría reducir el número de electores a 132.
La dinámica del Cónclave
El 7 de mayo, los cardenales electores asistirán a una misa solemne en la Basílica de San Pedro, conocida como Pro Eligendo Papa. Posteriormente, se dirigirán en procesión a la Capilla Sixtina, donde quedarán aislados del mundo exterior. Tras el juramento de secreto en latín, el maestro de ceremonias pronunciará el célebre Extra omnes («Todos fuera»), y las puertas se cerrarán.
El proceso de votación es riguroso: los cardenales escribirán en una papeleta la frase Ego eligo («Elijo como Sumo Pontífice») seguida del nombre de su candidato. Se realizan hasta cuatro votaciones diarias (dos por la mañana y dos por la tarde), y se requiere una mayoría de dos tercios (al menos 89 votos si participan 132 electores) para elegir al papa. Después de cada ronda, las papeletas se queman en estufas de hierro, produciendo la famosa fumata: negra si no hay consenso, blanca si se ha elegido al nuevo pontífice.
Si tras 24 escrutinios no se alcanza un acuerdo, los cardenales pueden pausar un día para orar y, en casos extremos, ajustar el proceso por mayoría absoluta, aunque siempre respetando el requisito de dos tercios. Históricamente, los últimos cónclaves han sido breves: Benedicto XVI fue elegido en cuatro votaciones (2005) y Francisco en cinco (2013). Sin embargo, algunos expertos, como Roberto Regoli de la Universidad Pontificia Gregoriana, sugieren que este cónclave podría prolongarse debido a las polarizaciones dentro de la Iglesia.
Los cardenales y los «Papables»
El Colegio Cardenalicio refleja la globalización impulsada por Francisco, quien nombró al 80% de los electores, muchos de países en desarrollo como Mongolia, Laos y Mali. De los 135 electores, 53 son de Europa, 23 de América Latina, 23 de Asia, 18 de África, 14 de Norteamérica y 4 de Oceanía, lo que hace de este el cónclave más diverso de la historia.
Entre los papables (candidatos probables), destacan nombres como:
- Pietro Parolin (Italia, 70 años), secretario de Estado del Vaticano, conocido por su diplomacia y perfil moderado.
- Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años), cercano a Francisco y carismático, con experiencia en el Vaticano.
- Péter Erdő (Hungría, 72 años), conservador y respetado canonista.
- Peter Turkson (Ghana, 76 años), destacado en justicia social y medio ambiente, con posibilidad de ser el primer papa africano.
- Matteo Zuppi (Italia, 69 años), progresista y mediador en conflictos.
Aunque teóricamente cualquier varón católico bautizado puede ser elegido, desde 1389 el papa ha sido un cardenal elector. Las especulaciones sobre un papa no europeo son intensas, dado el creciente peso de América Latina, África y Asia en la demografía católica mundial.
Debates y desafíos
Durante las congregaciones generales previas al cónclave, los cardenales han discutido temas cruciales: la evangelización, la relación con otras religiones, la lucha contra los abusos sexuales en la Iglesia y el papel de las mujeres y laicos. También han reflexionado sobre las cualidades del próximo papa, que deberá abordar un mundo marcado por conflictos, secularismo y polarizaciones internas entre progresistas (que buscan continuar las reformas de Francisco) y conservadores (que abogan por un enfoque doctrinal más estricto).
El cardenal alemán Reinhard Marx espera un cónclave breve, pero las divisiones podrían complicar el consenso. “Necesitamos unirnos, no dividirnos”, advirtió el cardenal maliense Jean Zerbo, reflejando el deseo de un líder que forje unidad.
Mientras la Capilla Sixtina se cierra al público y los cardenales se preparan para su histórica tarea, el mundo observa la chimenea vaticana. La fumata blanca no solo señalará la elección del nuevo papa, sino también el inicio de un nuevo capítulo para los 1,400 millones de católicos en todo el mundo.