Cambio de ruta, una alfombra nueva y marcas en la orbe: datos poco conocidos de la coronación de Carlos y Camila

Carlos III, Camila Parker

La coronación del rey Carlos III y la reina Camilla fue uno de los eventos televisados que puso a millones de personas de todas las edades a conversar sobre lo que se pudo ver en la ceremonia. Sin embargo, para los conocedores en la materia, hubo aspectos que llamaron la atención como el hecho de que los nuevos reyes no hicieron los dos recorridos entre la Abadía de Westminster y el Palacio de Buckingham en la Carroza de Oro del Estado, como dicta la tradición.

La causa del no haber hecho ambos desplazamientos se debió a la incomodidad del vehículo por dentro, tal y como lo indicó la reina en una de las pocas entrevistas que concedió durante su reinado a medios de comunicación.

“Sólo los asientos estaban hechos de cuero, no eran muy cómodos”, indicó la reina Isabel II sobre la carroza, que fue construida en 1762 y cuyo interior estaba forrado en terciopelo.

Carlos III eligió la carroza Jubileo de Diamante para llegar al lugar que desde el 1066 fue centro de entronización de los monarcas británicos. El vehículo es mucho más moderno, ya que cuenta con aire acondicionado y puertas eléctricas. El transporte cuenta con paneles de madera provenientes de un barco que fue propiedad del rey Enrique VIII y sus pasamanos que formaron parte de la estructura del yate real Britannia.

Otro de los aspectos que llamó la atención de la ceremonia de coronación tuvo que ver con la corona de San Eduardo, la cual está elaborada en oro macizo y tiene un peso de 2,2 kilogramos. Esta pieza de la realeza británica fue elaborada en 1661 y solamente puede ser tocada por el ungido de Dios cuando sea coronado, como el caso del rey Carlos III.

La cuchara filigranada con la que fue ungido el monarca británico es una de las pocas piezas originales de las joyas que sobrevivieron a ser fundidas en el siglo XVII. La pieza de la Corona fue elaborada en el siglo XIV durante la época medieval y que sobrevivió al gobierno republicano de la Mancomunidad de Inglaterra.

Una vez coronado el rey Carlos III, el monarca abandonó la Abadía de Westminster llevando sobre su sien la Corona Imperial del Estado, la cual está cubierta con más de 2.900 diamantes y fue elaborada exclusivamente para la coronación del rey Jorge VI, abuelo de Carlos, en 1937 y está inspirada en la pieza que llevó la reina Victoria en 1838.

La coronación del rey estuvo enmarcada por el reciclaje de piezas de otras ceremonias y en esta ocasión, el nuevo rey decidió hacer uso de las Sillas del Estado, las cuales son herencia del ascenso al trono de Isabel II hace 70 años. Y hablando de sillas, la que es empleada para la investidura del nuevo monarca es la misma desde 1308.

El orbe del soberano envuelto en perlas, piedras preciosas y una gran amatistas bajo la cruz de diamantes sufrió un intento de hurto en 1671. Este es tomado por el monarca en su mano izquierda y durante la coronación se pudieron observar los daños que presentó luego de que el ladrón, El Coronel Blood, lo dejara caer. Pero quizás uno de los elementos que más llamó la atención fueron los zapatos que llevó Carlos III, elaborados por Gaziano & Girling en piel de ternero.

Aunque la política del nuevo rey de Inglaterra y la Mancomunidad de Naciones es reciclar lo más posible, lo que sí se estrenó en esta ceremonia de coronación fue la alfombra azul por la que desfilaron Carlos y Camilla, la cual estuvo elaborada en hilos que evitaban la fricción y hacían que las prendas utilizadas por los monarcas se adhirieran a ella.

La corona de la reina consorte fue la misma que llevó la reina Mary, bisabuela de Carlos y que empleó durante su coronación en 1911. Es la primera vez desde el siglo XVIII que no se hace una nueva pieza para la esposa del rey de Inglaterra.

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